La historia de Lucero Caballero se entreteje con los aromas y sabores del café mexicano, una pasión que germinó de un deseo familiar y que ha florecido en una vocación. Hace dos años, su hija, desde Canadá, anhelaba llevar consigo un pedazo de su tierra en forma de café. Este anhelo materno la llevó a buscar el mejor grano de su región, un camino que la condujo hasta Federico Barrueta y su esposa, Francisca Rodríguez, custodios de la finca "La Ilusión".
Lucero, a pesar de ser local, no había cruzado antes las sendas de Federico. En su primera visita, fue Francisca quien la recibió y le vendió café, un encuentro que marcó el inicio de una nueva etapa en su vida. Lucero, con una sólida formación en gastronomía y experiencia en la creación de productos artesanales, se encontró fascinada por el proceso del café, desde su cultivo hasta su procesamiento.
Bajo la tutela de Federico, Lucero comenzó a recolectar y procesar café de los traspatios de sus vecinos, quienes descartaban el café sin saber del tesoro que tenían. Su primer lote fue un triunfo, seleccionado en la primera ronda de la Cup of Excellence, un logro que marcó el inicio de su incursión en el café de especialidad.
Lucero no solo se dedicó a la compra de cerezas de café, sino que también tomó las riendas de varias fincas, y fue en las instalaciones de "Finca La Ilusión", bajo la supervisión de Don Fede, donde se benefició su café. La calidad de su producto no tardó en ser reconocida, y los elogios llegaron desde San Luis Potosí, donde su café era altamente valorado.
Paralelamente a su aventura en el café, Lucero ha mantenido una carrera diversa, dirigiendo un comedor para una empresa minera durante una década y dedicándose a la apicultura de manera sostenible. No explota a las abejas para obtener polen o jalea real, sino que cosecha miel solo una vez al año, mostrando un profundo respeto por el equilibrio natural.
La pasión de Lucero por el café la impulsó a establecer su propia plantación con la ayuda de Federico. En "La Era", han sembrado Pacamaras, y están en la expectativa de su primera cosecha. Este proyecto conjunto es un testimonio de su compromiso con la calidad y la innovación en los procesos de post-cosecha.
El tostado de café también ha capturado su interés, aprendiendo el arte junto a Federico y su tostador casero. La habilidad de Federico para aprovechar los recursos disponibles ha sido una fuente de inspiración para Lucero, quien ve reflejada en él la ingeniosidad que su propio padre le inculcó.
Lucero se está convirtiendo en una figura respetada en la comunidad cafetera, una historia que comenzó con un simple deseo y que ha crecido hasta convertirse en una carrera llena de pasión y éxito. Su viaje es una prueba de que la curiosidad y el deseo de aprender son las semillas de la transformación, capaces de cultivar un legado de dedicación y amor por el oficio que trasciende fronteras.