Este año, celebramos en Almanegra el séptimo aniversario de ofrecer los cafés de altura provenientes de las cumbres de la Sierra de Zihuatanejo, Guerrero, cultivados en la emblemática Finca Corral del Diablo. Esta finca es operada con dedicación y pasión por el Sr. Darío Galeana y su hijo Iván, quienes han consagrado sus vidas a la caficultura y al desarrollo de su comunidad.

La finca se encuentra en la Sierra Madre Occidental, frente a las costas de Zihuatanejo y la playa de Troncones, en la comunidad de Baltazar R. Leyva Mancilla. Los cafetales están ubicados a 1,150 msnm, rodeados de un microclima excepcional que ha permitido el cultivo de variedades como Sarchimor, Anacafé 14, Catimor, y Garnica, entre otras. Desde su propio beneficio, ubicado cerca del centro de Zihuatanejo, Darío e Iván no solo procesan el café de la finca, sino que también clasifican y distribuyen los cafés de los productores locales, fortaleciendo la economía cafetalera de la región.

La historia de la Finca Corral del Diablo está marcada por la resiliencia. En 2016, tras ser devastados por la roya y perder el 95% de su producción, Darío Galeana implementó una estrategia de replantación con variedades resistentes a la enfermedad. Gracias a este esfuerzo, la finca cuenta hoy con cerca de 20,000 plantas, sembradas entre 1,150 y 1,200 msnm, consolidándose como un referente de adaptación y mejora continua en la caficultura local.

Desde 2012, la finca ha experimentado una evolución constante, introduciendo nuevas variedades que han demostrado una notable adaptación al entorno de la Sierra. Este año, Iván ha clasificado las cosechas en micro-lotes, destacando variedades como Marsellesea, Anacafé 14, Catimor, Oro Azteca, Castillo y Costa Rica, cada uno con perfiles únicos que reflejan la riqueza del terroir guerrerense.

Durante la cosecha, las cerezas son seleccionadas manualmente en su punto óptimo de madurez y cuidadas con esmero en un patio de secado equipado con malla mosquitera y malla sombreadora, protegiéndolas del intenso sol de Guerrero. Por las noches, se cubren con lonas para resguardarlas de la niebla y las lloviznas ocasionales. Este proceso de secado natural se extiende entre 15 y 21 días, asegurando una calidad excepcional en cada grano.

Este compromiso con la calidad y la innovación se refleja en cada taza, brindando una experiencia que honra la tradición cafetalera de la Sierra de Zihuatanejo y el arduo trabajo de sus productores.